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lunes, 21 de marzo de 2011

Mito de La Serrana


Esta serrana está vinculada a las montañas de Piornal (Cáceres), de hecho fue nombrada cómo la serrana de Piornal. Los piornalegos hablan de ella cómo la Serrana de Piornal, y de ella muestran la que fue su cueva y la inabarcable piedra que arrojaba con la onda.

Lope de Vega compuso a finales del siglo XVI “la Serrana de Plasencia” situando los hechos en tiempos de Carlos I y basándose en versiones populares. Vélez de Guevara fecha en el año 1613 el manuscrito de su “Serrana de la Vera” en ésta ocasión en tiempos de los Reyes Católicos. Hay otro texto dramático anónimo del siglo XVIII titulado “La Serrana bandolera”.

En estos textos se narra la leyenda, que cerca de la fuente de Oliva Martín, en la sierra se encuentra la cueva de la serrana, noble dama que despechada de amores se echa al monte para dedicarse al bandidaje de arrieros, pastores y caminantes.

He aquí una de las versiones recogidas en Piornal:


“Legua y media  de Piornal, siete leguas de Plasencia,
habitaba una serrana, alta, rubia y sandunguera.

Vara y media de cintura, cuarta y media de muñeca,
los cabellos que llevaba a los zancajos le llegan.

Cuando tiene sed de agua se baja a la ribera,
cuando tiene sed de hombres se sube para la sierra.

Ha visto venir un serrano que venia de por leña,
le ha cogido de la mano, y a la cueva se lo lleva.

No le lleva por caminos, ni tampoco por veredas,
le lleva por altos montes por donde nadie les vea.

Ya trataron de hacer lumbre con huesos y calaveras,
de los hombres que ha matado aquella terrible fiera.

Ya trataron de cenar una grandísima cena,
de conejos y perdices, de tórtolas y arigüeyas.

“Bebe serranillo, bebe, vino de esta calavera,
que puede ser que algún día otros de la tuya beban”.

Ya  trataron de acostarse, le mandó a cerrar la puerta
y el serrano como tuno, la ha dejado medio abierta.

“ ¿Sabes serranillo, sabes tocar la vihuela?”
“Sí señora que lo sé y el violín si usted quisiera”.

Le ha dado una guitarrita, para que tocara en ella
al son que ella se durmiera la guitarra respondiera.

Cuando la sintió dormida, se echo de la puerta afuera.
Al ver que no estaba allí, escarba, bufa, y patea.

Legua y media lleva andando, sin mover la cabeza
y otra volvió a andar y ya volvió la cabeza.

Cogió una china en la onda, que pesaba arroba y media,
con el aire que llevaba le ha tirado la montera.

“¡Vuelve serranillo, vuelve, vuelve y toma tu montera,
que es de paño fino y bueno y es lástima que se pierda!”

“si se pierde, que se pierda,  yo atrás no vuelvo a por ella;
mi madre me compra otra o sino me estoy sin ella”.

“ Por Dios te pido, serrano, que no descubras mi cueva,
porque si tú la descubres, te he de cortar la cabeza”.

A la mañana siguiente, el serrano que dio cuenta,
acudió todo el pueblo para apresarla en la cueva.

“Tu padre será el caballo, tu madre será la yegua,
y tú serás el potrillo que relinche por la sierra”.

“ Yo no tengo miedo al pueblo  ni a otros mil  que vinieran,
sólo temo a aquel viejecito”, y se clavó las tijeras”.

La leyenda de la cruz del Hituelo
por Salvador Gisbert Jimeno

"Serrana de la Vera soy, mujer también. Ambos delitos cometí. Sí mito soy, leyenda también. Aunque esa historia que cuentan de mi no es más que eso, un cuento, un juego literario forjado en chismes de tabernas"

Esta era la primera frase con la que la Serrana de la Vera recibía a los visitantes de su cueva. Rodeada de impresionantes rocas de cuarcita poco a poco iba narrando sus historias, desterrando los tópicos y acercándose al origen de su leyenda. La de bandolera célebre y despiadada que no sólo botín de reales realizaba sino también de hombres, a lo que buena cena les ofrecía, les saciaba la sed con vino, el placer sexual les entregaba y terminaba matándolos, para cocerlos a fuego lento, organizando un osario de calaveras en su pequeña y tranquila cueva.

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