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domingo, 25 de diciembre de 2011

Flamenco Serranas

Las Serranas son un palo flamenco que se pierde en la sierra de Ronda o Córdoba, dependiendo de qué flamencólogo lees. En sus comienzos, se cantaba a palo seco, sin acompañamiento musical. Con el tiempo adquirió un compás de verdiales, y posteriormente el de siguiriyas que hoy en día es el ritmo siempre empleado.

Según Antonio Mairena y Ricardo Molina: “La serrana debió ser una canción que tuvo la suerte de ‘aflamencarse’ a mediados del siglo XIX”.

Tal como indica su nombre, es un cante de las personas de la sierra. El contenido de los versos casi siempre habla de contrabandistas, pastores o fugitivos, y rara vez de aquella temática tan presente en el flamenco como el amor o el desamor. Esta característica, combinada con el hecho de que las serranas carecen de las palabras derivadas del caló que salpican otros cantes, demuestra que estamos ante una forma influenciada más por el folklore andaluz que el gitano.

La música que acompaña el cante es pausada y solemne, tocada tradicionalmente por arriba (posición de “mí”), en lugar de por medio (posición de “la”), como es la costumbre para la siguiriya. Es un cante con cierto carácter masculino, poco interpretado por las mujeres.

La estructura poética es básicamente un verso de 7 estrofas, la primera, tercera y sexta de las cuales contienen siete sílabas cada una, y las demás, cinco sílabas, lo cual hace que sea una seguidilla clásica.

Partiendo de un verso de siete líneas, el cantaor agrega muchas repeticiones que tienen el efecto de aumentar la solemnidad del cante. El siguiente verso popular por ejemplo:

Por la Sierra Morena
va una partía
y al capitán le llaman
José María,
no será preso
mientras su jaca torda
tenga pescuezo.

Podría cantarse de la siguiente manera:

Va una partía
va una partía
va una partía
por la Sierra Morena
por la Sierra Morena
va una partía
Ay….,
va una partía

Va una partía
y al capitán le llaman
y al capitán le llaman
José María
Ay….,
José María

No será preso
mientras su jaca torda tenga pescuezo
mientras su jaca torda tenga pescuezo


Vemos que este verso está dividido en tres partes, las dos primeras podría contemplarse como el verso en sí, y la tercera, una especie de final o cambio porque su naturaleza musical se diferencia de las primeras. Hay otro elemento que puede ser empleado para indicarlo es la siguiriya porque no es más que eso. El verso tiene la métrica inconfundible de la siguiriya, y puede cantarse por siguiriya, independientemente de la serrana. Además, la siguiriya que finaliza las serranas no guarda relación con el contenido del verso que le precede. A diferencia del final, no sigue la narrativa del verso principal, y la misma siguiriya sirve para cerrar cualquier cante de serranas.

He aquí dos de las siguiriyas más empleadas para finalizar las serranas. La primera, la siguiriya de María Borrico (1818-1880):

Dice mi compañera
que no la quiero
cuando la miro, la miro a la cara
y el sientío pierdo

Y la siguiriya de Tomás el Nitri (1830-1890), basada en la de su maestro, Diego el Fillo:

Arbolito del campo
riega el rocío
como yo riego las piedras de tu calle
con llanto mío

Estas siguiryas se cantan “corridas”, de un tirón, sin repeticiones ni descansos. Se cree que la practica de terminar las serranas con un verso de siguiriya empezó con Silverio Franconetti (1825-1893).

Una característica importante de las serranas es el aveo o lamento en las dos partes principales del verso. El cantaor asciende una escala musical completa pasando por los tonos “mí, fa, sol, la y fa”, antes de descender rápidamente de nuevo al tono base de “mí”, con dramático efecto. Esta peculiaridad, y el hecho de que el verso se divide en dos y se remata con un cante disímil, muestran el fuerte parecido entre caña y serrana. También el cante de serranas está estrechamente vinculado al polo y la liviana, éste que se emplea a menudo de modo de introducción a la serrana.

El primer maestro reconocido de las serranas del que tenemos noticia fue Silverio Franconetti que desempeñó un papel principal en el desarrollo y popularización de este cante. Su obra fue fielmente continuada por Antonio Silva “El Portugués”, Fernando “El Herrero” (1880-1945), Antonio Rengel, y más recientemente, Pepe “El de la Matrona” (1887-1980), y Rafael Romero (1910-1991).

Antonio Ruiz Soler (1916-1996), fue el primero en bailar las serranas, pero hay que recordar que esto ocurrió poco después de que el bailaor Vicente Escudero (1895-1980) fuera el primero en bailar al cante de siguiriyas.

Este artículo fue publicado por primera vez en mayo, 1968, en vol. 1, nº 1 del FISLetter.

Serranillas

Serranilla es una composición poética de finales de la Edad Media, cuyo tema suele ser el encuentro en la montaña y el diálogo, generalmente amoroso, entre un caballero y una campesina, una composición lírica del siglo XV, generalmente en versos cortos, derivada de las antiguas cánticas de serrana.

Su equivalente en la literatura provenzal sería una pastorela, si bien en este caso el personaje femenino es una pastora. Las serranas eran personajes de existencia casi legendaria y habitaban en escondidos puertos o pasos de montaña. Eran de una gran rusticidad de costumbres y de una tal simplicidad moral que escandalizaban a personajes más cultivados que, extraviados por la dureza del camino y el clima hostil, se veían obligados a pedirles albergue, por lo cual ellas pedían una especie de peaje, bien sexual, bien en forma de algún regalo. A algunas, incluso, se les atribuían crímenes o desapariciones de viajeros, ése es el origen de la leyenda de La Serrana de la Vera. Estos argumentos dieron origen a los romances y piezas teatrales del Siglo de Oro.

Como género literario Ramón Menéndez Pidal reconstruyó el ejemplo más antiguo de serranilla que conocemos, anterior a 1420, “Serranilla de la Zarzuela”:

Yo me iba, mi madre,
A Villa Reale,
Errara yo el camino
En fuerte lugare.

Siete días anduve
Que no comí pane,
Cebada mi mula,
Carne el gavilán,
Entre la Zarçuela
E Darçután

Alçara los ojos
Hazia do el sol sale.
Picara mi mula
Fuime para allá;
Perros del ganado
Sálenme a ladrar:

(vide una serrana
del bello donaire.)

-         Llegaos, caballero,
Vergüenza no hayades;
Mi padre y mi madre
Han ido al lugar,
Mi carrillo Minguillo
Es ido por pan,
Ni vendrá esta noche
Ni mañana a yantar;

Comeréis de la leche
Mientras el queso se hace.
Haremos la cama
Junto al retama;

Haremos un hijo,
Llamarse ha Pascual;
O será arzobispo,
Papa o cardenal,
O será porquerizo
De Villa Real.

-         ¡Bien por vida mía
Debéis de burlar!

Pocos años después encontramos una serie de serranillas, muchas de ellas paródicas y cómicas, en el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz, arcipreste de Hita, que pertenece a la primera mitad del siglo XIV. Ya en el siglo XV, don Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, compuso unas célebres serranillas en las cuales idealizó a las serranas, muy probablemente a causa del influjo de la refinada lírica provenzal y sus pastorelas. Los cancioneros de ese mismo siglo y del siglo XVI contienen algunas cancioncillas que pueden ser reformulaciones de esas cantigas o villancicos de serrana desaparecidos.

El Marqués de Santillana es especialmente recordado por sus serranillas a imitación de las pastorelas francesas, pero inspiradas en una tradición popular autóctona propia.

Serranilla I

Serranilla de Moncayo,
Dios vos de buen año entero,
Ca de muy torpe lacayo
Faríades cavallero.

Ya se pasava el verano,
Al tiempo que onbre se apaña
Con la ropa á la tajaña,
Encima de Oxmediano
serrana sin argayo
Andar al pie del otero,
Mas clara que sale en Mayo,
Ell alva, nin su luzero.

Díxele: “Dios nos mantenga,
Serrana de buen donayre.”
Respondió como en desgavre:
“¡Ay!, que en hora buena venga
aquel que para Sanct Payo
desta yrá mi prisionero.”

E vino a mí como un rayo
Diziendo: “Preso, montero.”

Díxele: “Non me matedes,
Serrana, sin ser oído,
Ca yo non soy del partido,
Desos por quien vos lo avedes.

Aunque me vedes tal sayo
En Agreda soy frontero,
E non me llaman Pelayo,
Magüer me vedes señero.”

Desque oyó lo que dezía,
Dixo: “Perdonad, amigo,
Mas folgad ora comigo,
E dexad la montería.

A este currón que trayo
Quered ser mi parcionero,
Pues me falleció Mingayo
Que era comigo ovejero.

Entre Torellas y el Fayo
Pasaremos el Febrero.”

Díxele: “De tal ensayo,
Serrana, soy placentero.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Puerto Serrano

Puerto Serrano es un municipio español de la provincia de Cádiz, Andalucía. En 2006 contaba con 6.960 habitantes. Su extensión superficial es de 80 km². Se encuentra situado a 168 m. de altitud y a 105 km. de la capital de la provincia, Cádiz. Se ubica en la ribera del río Guadalete.

Hablamos de la región de las Sierras Sub-béticas, son éstas un conjunto de pequeñas sierras formadas por materiales jurásicos, que a modo de mogotes o “kippes” destacan en un paisaje triásico de topografía ondulada, con alturas de 500-600 m., y muy recortadas en algunos sitios por ríos y arroyos. Aunque se encuentran ampliamente representado en toda la provincia de Cádiz, domina de un modo especial hasta llegar a constituir una región natural, en las zonas montañosas del norte, en la comarca de Algodonales y Olivera, que enlaza con la de Algámitas y sierra del Tablón de Sevilla.

Durante la estación cálida en el área de Puerto Serrano se rebasan ampliamente los 40º de temperatura, al igual que ocurre en amplias zonas de la provincia de Sevilla. En cuanto a la estación fría, diremos que se alcanzan pocas veces temperaturas mínimas que puedan considerarse como verdaderas heladas,  y además son de corta duración.

El gentilicio que se aplica a sus habitantes es portoserranense, aunque es muy común el uso de la palabra “polichero/a” para denominar a los naturales de Puerto Serrano. El término “polichero/a” proviene de la palabra “bolichero”, que hace referencia a la persona que hace carbón en un “boliche” (horno pequeño para hacer carbón de leña). Al parecer el uso de ésta denominación tiene su origen en los habitantes de ésta zona que se asentaron en las faldas del Castillo de Gailir, fabricaban “boliches” de carbón de encina. Esos mismos fueron más tarde desplazándose buscando la vega del río, constituyendo el asentamiento actual.

Silos prehistóricos, necrópolis de la época del Bronce, tumbas árabes, restos de poblamientos romanos y un importante legado cultural conforman el patrimonio de este pueblo privilegiado por el paso de culturas y civilizaciones. En Puerto Serrano, la naturaleza y la historia se abrazan de modo inigualable.

La privilegiada situación geoestratégica de Puerto Serrano posibilitó su pronto poblamiento, lo que ha dejado innumerables huellas en el término municipal.

Sus orígenes se remontan a tiempos prehistóricos y sus tierras han sido testigos del asentamiento de diferentes culturas. Esta ocupación ininterrumpida obedece a las distintas características geográficas que confieren al lugar unas favorables condiciones de habitabilidad. Entre ellas podemos citar: la proximidad del río Guadalete, que atraviesa ricas tierras de labor y que fue una importante vía de comunicación en tiempos prehistóricos e históricos, la posición estratégica en la que se establece, como zona fronteriza y, a la vez, de paso, por ser nexo entre distintos términos, y sus abundantes recursos naturales y económicos: agricultura, caza, extracción de minerales.

Son muchos los hallazgos arqueológicos que nos hablan del establecimiento humano en todo su término durante el Paleolítico, Neolítico y Calcolítico. Pero es a comienzos de la época del Bronce, cuando la zona parece cobrar relevancia, como lo han demostrado las excavaciones arqueológicas realizadas en la necrópolis de cuevas artificiales correspondientes al II milenio a.c.

Posteriormente, turdetanos y romanos habitaron sus tierras. Del lugar donde estuvo la ciudad romana, Marciano, proceden importantes restos arqueológicos, como la escultura del dios Atis, columnas de mármol rojo, mosaicos que se encuentran en el Museo Arqueológico de Sevilla junto a 28 denarios oficiales romanos encontrados en la localidad y cuya cronología los sitúa en el 149 a.c.. Asimismo quedan vestigios de numerosas “villae” (explotaciones agrícolas), que se repartieron por todo el término. Se conoce también la necrópolis correspondiente a este momento, que ocupó varias hectáreas y de la que aún se pueden visitar varios enterramientos. Otra construcción de características romanas son los restos de “El Chaparral”, situado junto a la cañada real.

Correspondiente a época hispanomusulmana se conocen varios lugares en el término, aún se conservan restos de antiguas fortificaciones (Gailir, El Castellar, Pozo Amargo), y de algunas alquerías con sistemas de almacenamiento (silos), como en la meseta en la que hoy se ubica el Almendral.

Puerto Serrano fue reconquistado alrededor de 1240, a partir de ese momento algunas órdenes guerreras (templarios), se instalaron en la zona, pero el pueblo no se funda hasta 1615, cuando algunos agricultores reciben permiso para erigir un pueblo aparte. En éste año comenzó oficialmente la etapa de dependencia de Morón con la fundación de “Puerto Serrano”, como tal nombrado Villa en 1805. Sin embargo será en 1835, tras un largo litigio, cuando consiga la independencia. El papel de los guerrilleros de Puerto Serrano en el acoso y derribo de las fuerzas napoleónicas en la provincia fue fundamental, motivo por el que se les premió con la asistencia promulgada por las Cortes de Cádiz.

Bandolero

Puerto Serrano y sus alrededores fueron uno de los lugares más frecuentados por el bandolero Francisco Villaescusa “El Cristo” y sobretodo la finca de Cuatro Mojones, así llamada porque reúne los mojones o señales de los términos de Villamartín, El Coronil, Algodonales y Puerto Serrano.

El Caserío estaba siempre abierto a “El Cristo”, que encontraba siempre protección entre sus muros y también recibía ayuda de sus moradores para prestarle apoyo y esquivar los encuentros con la Guardia Civil.
Se dice que a la familia que se encargaba de la finca le gustaba escuchar las mil y una historias que les contaba el bandolero, y a cambio ellos le ayudaban a tener un lugar seguro para guarecerse, pero en las tardes de verano a nuestro hombre se le ocurrió la feliz idea de esconderse nada menos que en un nicho que estaba vacío en el cementerio de Puerto Serrano. A decir de los más viejos del pueblo y de sus padres, “El Cristo” dormía sus ricas siestas después de protegerse con la lápida correspondiente tapando la puerta del mismo. También se cuenta que en los alrededores de Puerto Serrano “El Cristo” tuvo una amante a la que entregaba la mayoría de los productos de sus robos.

“El Cristo” era nacido en Zahara de la Sierra (Cádiz), y famoso por sus singulares robos. Se le perseguía mayormente por matar a un guardia civil que un día dio una paliza a su madre para que hablara y dijera dónde se encontraba.

Los más ancianos del pueblo cuentan que había sido cazador y manejaba muy bien las armas. Se dice que en una ocasión pidió a una familia adinerada de éste pueblo (Los Troya) un rifle que éstos poseían, pero se lo negaron, a la noche siguiente se personó en casa de ésta familia y se apoderó del rifle por la fuerza.

También se dice que de noche venía a Puerto Serrano a tomar café a un lugar conocido como “El Café de Elisa”, entraba con su rifle, se ponía al lado de la puerta, pedía su café y no dejaba salir a nadie del local, entrar a todo el que quisiera. A veces incluso invitaba a todos los que allí se encontraban, y cuando iba a marcharse decía: “ Señores, muchas gracias, soy “El Cristo”.

Parece que “El Cristo” murió en una emboscada, sin embargo, años más tarde, se dice que fue visto por algunos vecinos de Puerto Serrano trabajando como jardinero en Sevilla.

martes, 20 de diciembre de 2011

Serranas y el Libro de Buen Amor


El Libro de Buen Amor (1330 y 1343), también llamado Libro de los Cantares, es una obra del Mester de Clerecía del siglo XIV. Es una composición extensa y variada de 1728 estrofas, cuyo hilo conductor lo constituye el relato de la autobiografía ficticia del autor (Juan Ruiz, Arcipreste de Hita). Está considerada una de las cumbres literarias españolas de cualquier tiempo, y no solo de la Edad Media.

El libro contiene una colección heterogénea de diversos materiales unidos en torno a una pretendida narración autobiográfica de asuntos amorosos del propio autor, quien es representado en una parte del libro por el episódico personaje de Don Melón de la Huerta. En él aparecen representadas a través de sus amantes todas las capas de la sociedad bajomedieval española.

Abarca los intentos de seducción por parte del Arcipreste, intentos que suelen acabar en fracaso. Así le ocurre inicialmente con una “dueña” y con una mujer llamada Doña Cruz, que acaba entendiéndose con Ferrán García, el propio mensajero del Arcipreste enamorado. Las primeras experiencias con varias damas resultan fatídicas, por lo cual tiene una discusión con el amor en la que Ruiz se ofrece como protagonista de su obra narrándonos la obra en primera o tercera persona en la mayoría de los pasajes.

En el transcurso del argumento principal, se intercalan fábulas y apólogos que constituyen una colección de exempla. Asimismo se pueden hallar alegorías, moralidades, sermones, cantigas de ciegos y de escolares de tipo goliardesco. También se recogen composiciones líricas profanas (serranillas, muchas veces paródicas), al lado de otras religiosas.

Los materiales narrativos se alternan con glosas al “Ars amandi” de Ovidio y del Panphilus de amore, y parodias de la liturgia de las horas canónicas o de los cantares de gesta (el combate de Don Carnal con Doña Cuaresma). Otros géneros que se pueden encontrar en El Libro de Buen Amor son los plantos, como el hecho a la muerte de Trotaconventos, personaje que constituye el precedente más claro de La Celestina o las sátiras, como las dirigidas contra las dueñas chicas o el poder igualador del dinero.

Del Libro de Buen Amor existen tres códices: el de Salamanca, el de la Real Academia Española conocido como códice de Gavoso, y el de Toledo.

El hecho de que se hayan conservado tres manuscritos de esta obra es un indicio de la importancia y difusión que tuvo esta obra desde bien temprano: los códices de Toledo y Ganoso son de fines del siglo XIV, y el de Salamanca fue copiado a principios del siglo XV por Alonso de Paradinas. En los tres han sido arrancadas varias hojas, lo que impide la lectura completa del libro y además las lecturas divergen ocasionalmente a causa de las deturpaciones de los copistas.

El título con que hoy se conoce la obra fue propuesto por Menéndez Pidal en 1898, basándose en distintos pasajes del propio libro, especialmente el de la cuaderna 933b, cuyo primer hemistiquio reza: “Buen Amor’dixe al libro”.

Esta obra consta:

.- La introducción, donde el autor explica el sentido e interpretación del libro. Consta de una plegaria en cuaderna vía a Dios y a la Virgen en que solicita su ayuda, un proemio en prosa que adopta el género de sermón culto que podría ser paródico, y otra oración invocando de nuevo el favor divino para llevar a cabo el libro, para terminar con dos gozos líricos a Santa María.

El libro se abre con una oración en la que el Arcipreste además de implorar la ayuda de Dios y de la Virgen para sus aflicciones, rememora unos pocos milagros de la Biblia, les pide gracia para poder hacer este libro e inspiración, consolación, salvación, bendición…. El Arcipreste ruega a Dios para poder crear su libro y se refiere a él como creador de todas las cosas, después se refiere al público y finalmente canta los gozos de Santa María, dónde cuenta la historia de la Virgen, desde que el Ángel Gabriel vino a ella hasta que Dios la elevó hasta el cielo.

.- Una autobiografía ficticia del autor, que constituye el hilo conductor de toda la obra. En ella se relatan sus amores con distintas mujeres, todas de diferente origen y condición social: una monja, una mora, una dueña que vio estar orando, una panadera, una mujer de alta posición, varias serranas, etc., ayudado por una alcahueta, Urraca, más conocida como Trotaconventos.

De todas las damas vamos a referirnos a las serranas, que empieza con la 7ª dama:

7ª Dama: Es una serrana vaquera, samosa, ruin y fea que se llama a si misma La Chata. Viajó al puerto de Lozoya, donde se encontró con una vaquera llamada Chata que cobraba a los que querían pasar por el camino en busca de alojamiento. El Arcipreste no tenía con que pagar y le suplicó que le dejara, negándose ésta. Al final le dio cobijo en su casa a cambio de una garnacha, un prendedor y una plancha. Tras atiborrarse y descansar, lucharon (quiere decir que acabaron haciendo el amor).

8ª Dama: Es una serrana vaquera y precavida. El Arcipreste marchó hacia Segovia y cuando volvió a su tierra se equivocó de camino. Le suplicó cobijo y ésta le dijo que no, aunque terminó acogiéndolo. Tras cenar con ella el Arcipreste se marchó y la vaquera se enfadó con él.

9ª Dama: Es una serrana de Cornejo bastante boba que pretende casarse con el Arcipreste. Éste emprendió el camino y la encontró cerca de Cornejo, ella le preguntó que qué era lo que buscaba y él dijo que marchaba de casería. Esta quiso casarse con él y le pidió una serie de cosas que ambos acogieron con agrado.

10ª Dama: Es una serrana muy fea de Tablada, posee las características de un hombre: gran tamaño, muy velluda y de gran fortaleza física. Tras caminar perdido empezó a pasar frío y necesitaba posada, encontró a una serrana fea quien le dio dónde pasar la noche. De lo fea que era escribió tres cantigas y aún así no consiguió describirla bien.

.- Una colección de enxiemplos (apólogos, fábulas y cuentos), que sirven como enseñanza mora y cierre de los episodios.

Cuentos:

            El cuento del príncipe al que le predijeron cinco muertes distintas. Un rey moro tuvo un hijo y mandó llamar a cinco astrónomos para que le predijeran el futuro. Sin embargo, cada uno sentenció una cosa distinta por lo que el rey los mandó encarcelar. Cuando creció, al instante fueron cumplidas las predicciones de los maestros y estos fueron liberados.

            El cuento de los dos perezosos que se querían casar con la misma mujer. Esta les dice que se casará con el más perezoso de los dos, sólo que para burlarse de ellos. Cada uno intenta convencerla de que es más perezoso que el otro, pero ella les dice que no se casaría con ninguno de los dos.

            El cuento del ladrón que pactó con el diablo para librarse de la horca. El diablo lo salvó muchas veces de la muerte hasta que al final se cansó y lo dejó morir.

Fábulas:

            La fábula de la zorra y el cuervo, en la que la zorra adula al pájaro para arrebatarle el queso que tenía en el pico. Moraleja: no creer las adulaciones porque pueden hacernos mucho mal.

            La fábula del ratoncillo y el león, en la que el segundo se salva de la muerte gracias al pequeño roedor, al que previamente había perdonado la vida. Moraleja: no se debe menospreciar al pobre y al humilde ya que pueden hacernos grandes favores.

            La fábula de las liebres, éstas oyen un gran ruido procedente del interior de la selva, asustadas una de ellas dice que no deben tener miedo ya que son rápidas y veloces, pero nada más acabar el discurso empieza a correr y todas asustadas le siguen. Moraleja: es mejor hacerle frente al miedo que huir como cobardes.

.- La disputa entre el autor y Don Amor (un personaje alegórico), donde el primero acusa a Amor como responsable de los pecados capitales, y el segundo da consideraciones de cómo ha de ser la mujer y el galán.

Argumentos del Arcipreste contra Don Amor:

            “…eres falso y embustero y ducho de engañar…”
            Le decía que no podía salvar a las personas, sino que las mataba a grandes cantidades. Se sirve de engaños y separa a las mujeres y hombres solo por iras y enfados. A muchos les enloquece saber lo que le planea y no les permite beber, comer o dormir. No tiene regla fija. Cuando uno se enamora, Don Amor no le alivia con nada, por el contrario, lo humilla y hace que se sienta asustado. No hay ningún hombre, por fuerte que sea, que Don Amor no pueda volver débil y vulnerable. El Arcipreste acusa de los pecados capitales y argumenta cada uno de ellos con una fábula.
Consejos de Don Amor al Arcipreste:

            Don Amor le replica al Arcipreste que si no ha conseguido todavía a una mujer se eche la culpa a si mismo, ya que no acudió a él. Le recomienda que lea un libro, cuyo autor fue discípulo suyo asegura que le ayudará a aprender las buenas maneras de un enamorado. Para mostrarle al Arcipreste qué mujer debe escoger, da el ideal de belleza femenina de la época. Más tarde, le dice las condiciones que él tiene que cumplir: debe servirla y sobre todo amarla. Don Amor matiza que el enamorado no ha de ser perezoso, sino un galán cortés. Aconseja al Arcipreste que muestre sus cualidades ante la mujer que quiera cortejar y que no se amedrente ante las negativas de la misma.

.- La narración de los amores de Don Melón y Doña Endrina (adaptación de la comedia humanística medieval Pamphilus).

Es una joven viuda pretendida por muchos hombres debido a su riqueza. El Arcipreste se enamora de ella y le pide consejo a Doña Venus de cómo conquistarla. Se la encuentra en una plaza y habla con ella, este se declara pero Endrina no quiere nada con él. Don Melón (el Arcipreste), pide ayuda a Trotaconventos, ésta acepta el trato de Don Melón y se dirige a casa de Doña Endrina, la cual le dice a Trotaconventos que no tiene interés en Don Melón. De vuelta a casa de Don Melón, Trotaconventos le dice que puede conseguir el amor de Doña Endrina, solo tenía que insistir. Éste pide mas ayuda a Trotaconventos, y ésta vuelve a casa de Doña Endrina, le insiste y consigue una cita. Don Melón acude a la cita, allí habla con Doña Endrina y le cuenta el por qué no quería nada con él. Trotaconventos resuelve la situación y ambos se unen en matrimonio.

.- El relato alegórico de la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma, en realidad una parodia de los cantares de gesta medievales.

Doña Cuaresma manda dos cartas a Don Carnal diciéndole que dentro de 7 días se unirán para luchar debido al mal que le había hecho Don Carnal, y que le será imposible escapar de la muerte o prisión. Cuando llega el día allí fue Don Carnal acompañado de un ejército formado por: gallinas, perdices, conejos, gansos, vacas, etc., armados con ollas de cobre, calderas, sartenes, etc. Doña Cuaresma tardaba, mientras, Don Carnal y su ejército se disponen a comer. Comieron tanto que les entro sueño y se quedaron dormidos, pero los gallos que estaban medio dormidos se despertaron debido a que oyeron un gran ruido, era Doña Cuaresma que había venido a atacar. Empezó la pelea entre el ejército de Don Carnal y el ejército de Doña Cuaresma que estaba formado por peces. Lucharon durante gran rato hasta que la ballena derribó a Don Carnal en la arena, casi todo su ejército estaba ya rendido, pero luchaban como podían, hasta que el ejército de Doña Cuaresma pudo con ellos, y los ataron, Doña Cuaresma mandó ahorcarlos, y a Don Carnal ser su prisionero dándole al día un solo manjar.
.- Un comentario al Ars amandi del poeta latino Ovidio

.- Sátiras de tono y contenido goliardesco, como la  Cantiga de los clérigos de Talavera”, el elogio misógino de las dueñas chicas, o la sátira “Contra la propiedad que el dinero ha”.

En la sátira, se critica como el dinero puede corromper a cualquiera sin importar su clase o condición. En ésta época los ideales no valen, se es alguien según tus riquezas. El dinero hace que el necio sea sabio, da alegría y placer, hace que el culpable no lo sea y que no se agraven las cosas, bendice a cualquiera, hace al caballero aldeano, conde a los villanos, se otorgan perdones, … En conclusión el dinero es quien mueve la sociedad de la época.

.- Una serie de composiciones líricas religiosas, casi siempre marianas (Gozos de Santa María).

Al final de su libro declara que cualquiera podrá añadir o corregirlo, con la única condición de que supiera hacerlo bien, actitud abierta que se enfrenta a la de otros escritores contemporáneos que pretendían fijar su texto. Su obra demuestra un profundo conocimiento de las pasiones humanas y se caracteriza por un portentoso balance entre la delicadeza y la desvergüenza, logrado por medio de una inteligencia muy fina, ambigua e irónica, pese a lo cual la obra posee brío y audacia. Por otra parte, ofrece una panorámica social muy completa de los comienzos del siglo XIV que refleja las tensiones sociales entre la naciente burguesía y los estamentos privilegiados (clero y nobleza) de la sociedad, como en la sátira del dinero dónde es perceptible el papel del dinero como destructor del rígido orden estamental.

Entre las varias mujeres a las que intenta enamorar, el único caso en que tiene relaciones carnales se produce cuando le asalta la serrana La Chata, si bien las serranas salvajes eran personajes de un género literario muy tipificado.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Los Serrano




Los Serrano fue una serie de televisión producida por la productora Globomedia y emitida originalmente por la cadena española Telecinco, parte de un esquema similar al de “La tribu de los Brady”, un clásico de la televisión americana. Llega a un amplio espectro de edades, combinando actores veteranos, con nuevos valores que están arrasando, como el actor y cantante Fran Perea o la joven Verónica Sánchez. Relata los enredos de la familia Serrano, que vive en la ronda de Santa Justa, nº 133, situado en el ficticio barrio de Santa Justa, en la ribera del Manzanares, en Madrid. La familia regenta la taberna “Hermanos Serrano”.

Desde su estreno, fue uno de los espacios con mayor audiencia de la cadena, siendo el programa más visto en España en 2004, y manteniendo de forma regular el liderazgo de audiencia en su franja horaria.
Además del respaldo del público, la serie ha recibido también múltiples premios, entre los que destacan el Ondas a la mejor serie española, el Micrófono de Oro, el Fotogramas de Plata, el premio Zapping o el de la Academia de Televisión, entre otros.

Un viudo con tres hijos, se casa con una divorciada que tiene dos hijas. Él, Diego, es el rudo dueño de la típica taberna. Ella, Lucía, una maestra adinerada. Sus familias parecen completamente distintas, lo que ocasionará diversos problemas de convivencia.

El personaje Diego Serrano, interpretado por el actor Antonio Resines, Lucía, interpretado por la actriz Belén Rueda, es la mujer divorciada madre de dos hijas. Todo cambia cuando Lucía viaja hasta su Madrid natal para pasar unos días con su madre y se encuentra con el amor de su juventud, que no es otro que Diego. Después de casarse, las dos familias tendrán que convivir bajo el mismo techo y están obligados a entenderse. El elenco de la serie estaba formado en un principio por la familia Serrano, sus hijos, Marcos, Guille y Curro, su mujer, Lucía, y sus dos hijas, Eva y Teté. La familia Martínez, formada por Fiti, su mujer, Candela, y su hijo, Raúl que posee un taller automovilístico, ésta familia esta fuertemente vinculada al Colegio Garcilazo de la Vega. También esta el perrito de Curro.

Toda la serie ha sido un sueño. Diego se despierta y ve como Lucía, su nueva mujer, está observándole. Le dice que, a pesar de haber pasado una noche de bodas genial, tienen que mantener una familia. Al bajar a la cocina encuentra una escena muy similar a la del primer capítulo de la serie.

La serie fue pionera en introducir un nuevo modelo familiar, además de adaptarse a las nuevas corrientes sociales. Los temas principales de la serie han sido:

.- El amor, éste ha sido el origen de la serie, desde el más pequeño a la más mayor han caído en algún momento de la serie.

.- La amistad, son las relaciones que han girado entre los distintos personajes, siendo el ejemplo más claro el trío Fiti / Diego / Santiago, que nunca han dudado de ello cuando alguno ha necesitado ayuda de los demás.

.- El respeto y la tolerancia, sobre todo a personas de distintas culturas o ideologías, debido al desconocimiento de algunos de los personajes del tema.

A lo largo de sus ocho temporadas la serie logró mantenerse de forma regular como líder de audiencia en su franja horaria. En total, la serie tuvo un promedio de 5.060.000 de espectadores, que supone un 28’9% de cuota de pantalla a lo largo de sus 147 episodios. Fue el programa más visto del año 2004, con una audiencia media de 6.891.000 de espectadores y un 37’8% de share.

El episodio más visto de su historia fue el número 32 (Los puentes de Burundi), emitido el 01 de abril de 2004, con una audiencia media de 8.191.000 espectadores y un 43’3% de share. El capítulo que mantuvo una mayor cuota de pantalla fue el número 31 (El otro lado de la acera) emitido el 25 de marzo de 2004 que tuvo 8.175.000 espectadores y un 44’5% de share.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Torres de Serranos


Las Torres de Serranos, imponente puerta de la muralla bajo medieval, fueron construidas por el maestro Pere Balaguer entre 1392 y 1398. Comenzaron las obras el 06 de abril de 1392 sobre los terrenos del anterior pórtico. La composición del grueso de los muros es de mampostería muy sólida, ya que su función principal era la de servir de fortificación. Posteriormente se revistió de paramentos de sillería de piedra caliza, procedente principalmente de Alginet, para darle el acabado suntuoso que requería la otra función de carácter representativo.


En 1397, casi terminadas las obras, se planteó la necesidad de mejorar el acceso a la planta noble de las Torres. Por eso se proyectó la monumental escalinata de piedra, que agrandó el edificio y facilitó su uso en las fiestas de bienvenida. En marzo de 1398 finalizaron las obras.

Se trata de una obra de cantería formada por dos grandes cubos pentagonales que flanquean la puerta propiamente dicha, en arco dovelado de medio punto. Parece que el modelo de inspiración fue la puerta Real del Monasterio de Poblet, pero la de Valencia tiene unas dimensiones mayores, lo que le da un aspecto de gigantesco arco triunfal. La fachada interior presenta grandes aberturas rematadas en arco, concebidas como tribunas a diferentes alturas donde se situaban las familias principales de la ciudad para seguir las celebraciones populares o la entrada de personajes ilustres que llegaban a ella.

Las Torres de Serranos es una de las doce puertas que custodiaban la antigua muralla de la Ciudad de Valencia. Su nombre parece provenir al estar situadas aproximadamente al noroeste del casco antiguo y, por lo tanto, eran la entrada natural que comunicaba con los caminos que iban a la comarca de Los Serranos. No obstante, existe otra teoría que dice que pudo tomar el nombre de la principal familia que habitaba la calle homónima, o de los acompañantes del rey Jaime I que vinieron a conquistar Valencia desde la serranía de Teruel y se instalaron en esta zona de la ciudad

Su uso principal durante mucho tiempo fue servir de defensa en cualquier asedio o eventual ataque a la ciudad, pero más generalmente se utilizaba para ceremonias y entradas oficiales de embajadores y de reyes, y se la consideraba (y aún se la considera), como la entrada principal de la ciudad.

En 1586, después del incendio de la ciudad, las Torres se reconvirtieron en prisión de nobles y caballeros, hasta el traslado de los presos al Convento de San Agustín en 1887. A partir de ese momento tuvo diversas utilidades hasta la actualidad, como servir ahora de museo o para diversos actos.

Durante la guerra civil española fue utilizado como depósito de las obras evacuadas del Museo del Prado, tras realizarse una necesaria adaptación para tal fin. En este sentido, en diciembre de 1936 se construyó una bóveda de hormigón armado de 90 cm. de grosor sobre el suelo del primer piso destinada a evitar que las obras de arte, alojadas en el piso más bajo, sufrieran daños en caso de bombardeo y derrumbe del edificio. Sobre esta bóveda se acumuló un metro de cáscara de arroz (destinada a actuar como amortiguador) y, sobre ella, un metro de tierra. En el segundo piso se acumuló otro metro de tierra y la terraza fue cubierta con sacos terreros. Además se instaló un sistema  automático de control de la humedad y de la temperatura.

Sus usos como prisión hicieron que sobrevivieran al desmantelamiento de la muralla, pero también maltrataron el edificio, especialmente en su estructura interior. Así, se cegaron sus grandes arcadas abiertas al interior y se perforó el muro exterior por diversas ventanas, al tiempo que desaparecía la barbacana almenada que las coronaba. En 1871, el ayuntamiento decidió rellenar el foso situado ante las puertas, pero afectó a la visión y al aspecto de las puertas. Entre 1893 y 1914, la Real Academia de San Carlos, llevó a cabo una restauración dirigida por el escultor y académico José Aixá.

En el año 2002 se limpió la piedra y las Torres quedaron con su aspecto actual. Se pueden visitar y subir, desde donde aún a día de hoy se tiene una vista formidable de Valencia. Las Torres de Serranos se utilizan para varios actos en la ciudad. Quizá el más característico es la Crida de las fiestas de las Fallas, donde, a finales de febrero, la fallera mayos de Valencia llama a los ciudadanos y falleros a comenzar las Fallas. El monumento ha sido declarado de interés Histórico Artístico.


Quedarse a la luna de Valencia

Quedarse a la luna de Valencia, es un dicho español que equivale decir que alguien no ha podido conseguir lo que esperaba o se prometía. Este dicho tiene dos versiones:

.- Aquellos que conocen las historias advierten sobre la luna de Valencia. Cuando uno se duerme fuera de las invisibles murallas que envuelven los antiguos edificios, se arriesga a ser devorado. Bien los sabían los viajeros que llegaban a las Torres de Serranos y se encontraban con las puertas cerradas, en los tiempos en las que estas eran el único acceso a la ciudad. Por eso, traían consigo un pañuelo anudado al cuello, que les protegía de los guardianes alados de la frontera. Si a alguien le vencía el sueño con la yugular al descubierto, los “ratpenats” (murciélagos) que anidaban en las Torres daban buena cuenta de él y, a la mañana siguiente, los vivos lo encontraban inerte en el lugar elegido para perecer.

.- El río Turia a su paso por el puente de Serranos forma una media luna, es otra versión de quedarse a la luna de Valencia, al tener que pasar la noche cuando las puertas de Serranos se encontraban cerradas.

Puente de Serranos

Llamado de Serranos por encontrarse en éste lugar la puerta o Torres por la que entraban los viajeros procedentes del interior de la comarca de Los Serranos. Hay otra versión que indica que el  nombre procede de los acompañantes del rey Jaime I que vinieron a conquistar Valencia desde la serranía de Teruel y se instalaron en esta zona de la ciudad. En época musulmana la puerta recibía el nombre de Al-Qántara (el puente) y en época cristiana de Roteros o Serranos.

Aunque existe constancia de la existencia de un puente en éste lugar, el de ahora fue construido entre 1518 y 1550 (siglo XVI) por la Fábrica de Murs i Valls, ya que las sucesivas riadas que se producían , y sobre todo la riada de 1517, arruinaban todos los puentes de madera o de mampostería que se construían. Es por tanto el segundo en antigüedad después del Puente de la Trinidad.

Realizado por Juan Bautista Corbera (pedrapiquer y Maestre de la Ciutat), fue ampliado en el siglo XIX en su margen derecha del río formándose un amplio espacio ajardinado denominado Alameditas de Serranos que abarcaba desde el puente de San José hasta el de Trinidad, ocupando unos antiguos almacenes de madera.
El Puente de Serranos dispone de nueve arcos rebajados ejecutados con sillares de piedra picada. Este puente dispone de una sola escalera o rampa escalonada para bajar al lecho del río, aunque al día de hoy se encuentra bastante deteriorada.

Tenía dos casalicios, uno de ellos era el llamado de la Santa Cruz y fue colocado en 1538. Representaba la cruz patriarcal de la cercana Iglesia de San Bartolomé (hoy desaparecida), adorada por un ángel y contaba con la presencia de tres niños. Fue ejecutada esta obra por el mismo Corbera y por el imaginero Juan Gilart.

El otro casalicio, fue colocado en 1670, representando a San Pedro Nolasco y cuatro pequeñas figuras de: San Pedro Pascual, fray Gilabert Jofré, a la reina doña Teresa Gil de Vidauré, y en el centro a Nuestra Señora de la Merced. La obra corrió a cargo de Pere Leonart Esteve (cantero).

Aunque hayamos enumerado los personajes que componían este último casalicio, justo es reconocer que no todas fueron colocadas al mismo tiempo y que las imágenes de los santos que representaban han variado, ya que por ejemplo la imagen de la Virgen de la Merced, obra de José Puchol, fue colocada en 1771 sustituyendo a la Cruz Patriarcal, al mismo tiempo que se retiraban las de San Vicente Ferrer y San Luis Beltrán que no hemos citado en el conjunto anterior.

De todas maneras éstas imágenes fueron destruidas y tiradas al río en 1809, ya que ante el avance de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia y ante la posibilidad de que en los casalicios pudieran colocarse piezas de artillería, los defensores de la ciudad optaron por la destrucción de las imágenes. En la actualidad el puente no cuenta con ninguna imagen ni adornos de bolas o pirámides en la balaustrada.

Alameditas de Serranos

Es el nombre popular con que se conoce un jardín de tipo romántico y estructura alargada, emplazado en la margen derecha del río Turia que comprende desde el puente de San José hasta el de la Trinidad.

La iniciativa se debió al Barón de Herves, corregidor de la ciudad, el cual en 1830 mandó construir dos paseos a uno y otro lado de las Torres de Serranos con el fin de limpiar y embellecer la ronda que se extendía desde los puentes mencionados.

Los jardines se delinearon por los académicos Cristóbal Sales y Francisco Ferrer en 18.30 y 1832 respectivamente, construyéndose unos años después en 18.37, las escalinatas a uno y otro lado de la puerta de Serranos, siguiendo los planos del arquitecto Salvador Escrig. Posteriormente en 1938 se rebajó la escalinata con motivo del cambio de rasantes en el pavimento de la ronda y se hicieron algunas obras de remozamiento tras la riada de 1957.

Entre las estatuas que adornan y dan mayor prestancia a los jardines destacan dos esfinges colocadas a la entrada del puente llamado de madera, desaparecido en la riada de 1957 y repuesto por otro de más sólida estructura, y el busto de Pepino Benlliure, obra de José Capuz, realizado en bronce dorado a fuego y colocado en artístico pedestal.

El monumento se inauguró en el verano de 1919, ubicándose en frente de la casa de los Benlliure donde permaneció hasta 1957 en que fue derribado por la crecida del río Turia: posteriormente volvió a reponerse en su sitio en el año 1962.

Otras estatuas son el busto del pintor Pedro Ferrer Calatayud con el escudo de Valencia, fundido en bronce siendo obra de Rafael Rubio Rosell. Una niña en bronce de Esteve Edo, un busto de Azorín, también en bronce, de Victor-hino, bajo el escudo de Valencia sin corona. Y la escultura de Salvador Tuset realizada en bronce verdoso por Amparo Tuset en cuyo pedestal figura el escudo de Valencia. Hay otro busto al poeta Federido Mistral, firmado al lado por L.Bolinches.