Las Torres de Serranos, imponente puerta de la muralla bajo medieval, fueron construidas por el maestro Pere Balaguer entre 1392 y 1398. Comenzaron las obras el 06 de abril de 1392 sobre los terrenos del anterior pórtico. La composición del grueso de los muros es de mampostería muy sólida, ya que su función principal era la de servir de fortificación. Posteriormente se revistió de paramentos de sillería de piedra caliza, procedente principalmente de Alginet, para darle el acabado suntuoso que requería la otra función de carácter representativo.
En 1397, casi terminadas las obras, se planteó la necesidad de mejorar el acceso a la planta noble de las Torres. Por eso se proyectó la monumental escalinata de piedra, que agrandó el edificio y facilitó su uso en las fiestas de bienvenida. En marzo de 1398 finalizaron las obras.
Se trata de una obra de cantería formada por dos grandes cubos pentagonales que flanquean la puerta propiamente dicha, en arco dovelado de medio punto. Parece que el modelo de inspiración fue la puerta Real del Monasterio de Poblet, pero la de Valencia tiene unas dimensiones mayores, lo que le da un aspecto de gigantesco arco triunfal. La fachada interior presenta grandes aberturas rematadas en arco, concebidas como tribunas a diferentes alturas donde se situaban las familias principales de la ciudad para seguir las celebraciones populares o la entrada de personajes ilustres que llegaban a ella.
Las Torres de Serranos es una de las doce puertas que custodiaban la antigua muralla de la Ciudad de Valencia. Su nombre parece provenir al estar situadas aproximadamente al noroeste del casco antiguo y, por lo tanto, eran la entrada natural que comunicaba con los caminos que iban a la comarca de Los Serranos. No obstante, existe otra teoría que dice que pudo tomar el nombre de la principal familia que habitaba la calle homónima, o de los acompañantes del rey Jaime I que vinieron a conquistar Valencia desde la serranía de Teruel y se instalaron en esta zona de la ciudad
Su uso principal durante mucho tiempo fue servir de defensa en cualquier asedio o eventual ataque a la ciudad, pero más generalmente se utilizaba para ceremonias y entradas oficiales de embajadores y de reyes, y se la consideraba (y aún se la considera), como la entrada principal de la ciudad.
En 1586, después del incendio de la ciudad, las Torres se reconvirtieron en prisión de nobles y caballeros, hasta el traslado de los presos al Convento de San Agustín en 1887. A partir de ese momento tuvo diversas utilidades hasta la actualidad, como servir ahora de museo o para diversos actos.
Durante la guerra civil española fue utilizado como depósito de las obras evacuadas del Museo del Prado, tras realizarse una necesaria adaptación para tal fin. En este sentido, en diciembre de 1936 se construyó una bóveda de hormigón armado de 90 cm. de grosor sobre el suelo del primer piso destinada a evitar que las obras de arte, alojadas en el piso más bajo, sufrieran daños en caso de bombardeo y derrumbe del edificio. Sobre esta bóveda se acumuló un metro de cáscara de arroz (destinada a actuar como amortiguador) y, sobre ella, un metro de tierra. En el segundo piso se acumuló otro metro de tierra y la terraza fue cubierta con sacos terreros. Además se instaló un sistema automático de control de la humedad y de la temperatura.
Sus usos como prisión hicieron que sobrevivieran al desmantelamiento de la muralla, pero también maltrataron el edificio, especialmente en su estructura interior. Así, se cegaron sus grandes arcadas abiertas al interior y se perforó el muro exterior por diversas ventanas, al tiempo que desaparecía la barbacana almenada que las coronaba. En 1871, el ayuntamiento decidió rellenar el foso situado ante las puertas, pero afectó a la visión y al aspecto de las puertas. Entre 1893 y 1914, la Real Academia de San Carlos, llevó a cabo una restauración dirigida por el escultor y académico José Aixá.
En el año 2002 se limpió la piedra y las Torres quedaron con su aspecto actual. Se pueden visitar y subir, desde donde aún a día de hoy se tiene una vista formidable de Valencia. Las Torres de Serranos se utilizan para varios actos en la ciudad. Quizá el más característico es la Crida de las fiestas de las Fallas, donde, a finales de febrero, la fallera mayos de Valencia llama a los ciudadanos y falleros a comenzar las Fallas. El monumento ha sido declarado de interés Histórico Artístico.
Quedarse a la luna de Valencia
Quedarse a la luna de Valencia, es un dicho español que equivale decir que alguien no ha podido conseguir lo que esperaba o se prometía. Este dicho tiene dos versiones:
.- Aquellos que conocen las historias advierten sobre la luna de Valencia. Cuando uno se duerme fuera de las invisibles murallas que envuelven los antiguos edificios, se arriesga a ser devorado. Bien los sabían los viajeros que llegaban a las Torres de Serranos y se encontraban con las puertas cerradas, en los tiempos en las que estas eran el único acceso a la ciudad. Por eso, traían consigo un pañuelo anudado al cuello, que les protegía de los guardianes alados de la frontera. Si a alguien le vencía el sueño con la yugular al descubierto, los “ratpenats” (murciélagos) que anidaban en las Torres daban buena cuenta de él y, a la mañana siguiente, los vivos lo encontraban inerte en el lugar elegido para perecer.
.- El río Turia a su paso por el puente de Serranos forma una media luna, es otra versión de quedarse a la luna de Valencia, al tener que pasar la noche cuando las puertas de Serranos se encontraban cerradas.
Puente de Serranos
Llamado de Serranos por encontrarse en éste lugar la puerta o Torres por la que entraban los viajeros procedentes del interior de la comarca de Los Serranos. Hay otra versión que indica que el nombre procede de los acompañantes del rey Jaime I que vinieron a conquistar Valencia desde la serranía de Teruel y se instalaron en esta zona de la ciudad. En época musulmana la puerta recibía el nombre de Al-Qántara (el puente) y en época cristiana de Roteros o Serranos.
Aunque existe constancia de la existencia de un puente en éste lugar, el de ahora fue construido entre 1518 y 1550 (siglo XVI) por la Fábrica de Murs i Valls, ya que las sucesivas riadas que se producían , y sobre todo la riada de 1517, arruinaban todos los puentes de madera o de mampostería que se construían. Es por tanto el segundo en antigüedad después del Puente de la Trinidad.
Realizado por Juan Bautista Corbera (pedrapiquer y Maestre de la Ciutat), fue ampliado en el siglo XIX en su margen derecha del río formándose un amplio espacio ajardinado denominado Alameditas de Serranos que abarcaba desde el puente de San José hasta el de Trinidad, ocupando unos antiguos almacenes de madera.
El Puente de Serranos dispone de nueve arcos rebajados ejecutados con sillares de piedra picada. Este puente dispone de una sola escalera o rampa escalonada para bajar al lecho del río, aunque al día de hoy se encuentra bastante deteriorada.
Tenía dos casalicios, uno de ellos era el llamado de la Santa Cruz y fue colocado en 1538. Representaba la cruz patriarcal de la cercana Iglesia de San Bartolomé (hoy desaparecida), adorada por un ángel y contaba con la presencia de tres niños. Fue ejecutada esta obra por el mismo Corbera y por el imaginero Juan Gilart.
El otro casalicio, fue colocado en 1670, representando a San Pedro Nolasco y cuatro pequeñas figuras de: San Pedro Pascual, fray Gilabert Jofré, a la reina doña Teresa Gil de Vidauré, y en el centro a Nuestra Señora de la Merced. La obra corrió a cargo de Pere Leonart Esteve (cantero).
Aunque hayamos enumerado los personajes que componían este último casalicio, justo es reconocer que no todas fueron colocadas al mismo tiempo y que las imágenes de los santos que representaban han variado, ya que por ejemplo la imagen de la Virgen de la Merced, obra de José Puchol, fue colocada en 1771 sustituyendo a la Cruz Patriarcal, al mismo tiempo que se retiraban las de San Vicente Ferrer y San Luis Beltrán que no hemos citado en el conjunto anterior.
De todas maneras éstas imágenes fueron destruidas y tiradas al río en 1809, ya que ante el avance de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia y ante la posibilidad de que en los casalicios pudieran colocarse piezas de artillería, los defensores de la ciudad optaron por la destrucción de las imágenes. En la actualidad el puente no cuenta con ninguna imagen ni adornos de bolas o pirámides en la balaustrada.
Alameditas de Serranos
Es el nombre popular con que se conoce un jardín de tipo romántico y estructura alargada, emplazado en la margen derecha del río Turia que comprende desde el puente de San José hasta el de la Trinidad.
La iniciativa se debió al Barón de Herves, corregidor de la ciudad, el cual en 1830 mandó construir dos paseos a uno y otro lado de las Torres de Serranos con el fin de limpiar y embellecer la ronda que se extendía desde los puentes mencionados.
Los jardines se delinearon por los académicos Cristóbal Sales y Francisco Ferrer en 18.30 y 1832 respectivamente, construyéndose unos años después en 18.37, las escalinatas a uno y otro lado de la puerta de Serranos, siguiendo los planos del arquitecto Salvador Escrig. Posteriormente en 1938 se rebajó la escalinata con motivo del cambio de rasantes en el pavimento de la ronda y se hicieron algunas obras de remozamiento tras la riada de 1957.
Entre las estatuas que adornan y dan mayor prestancia a los jardines destacan dos esfinges colocadas a la entrada del puente llamado de madera, desaparecido en la riada de 1957 y repuesto por otro de más sólida estructura, y el busto de Pepino Benlliure, obra de José Capuz, realizado en bronce dorado a fuego y colocado en artístico pedestal.
El monumento se inauguró en el verano de 1919, ubicándose en frente de la casa de los Benlliure donde permaneció hasta 1957 en que fue derribado por la crecida del río Turia: posteriormente volvió a reponerse en su sitio en el año 1962.
Otras estatuas son el busto del pintor Pedro Ferrer Calatayud con el escudo de Valencia, fundido en bronce siendo obra de Rafael Rubio Rosell. Una niña en bronce de Esteve Edo, un busto de Azorín, también en bronce, de Victor-hino, bajo el escudo de Valencia sin corona. Y la escultura de Salvador Tuset realizada en bronce verdoso por Amparo Tuset en cuyo pedestal figura el escudo de Valencia. Hay otro busto al poeta Federido Mistral, firmado al lado por L.Bolinches.
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