Diaguita es la denominación quechua con etimología aimara que significa “serrano” impuesto por los Incas, divulgada luego por los españoles, de un conjunto de pueblos independientes con un idioma común, el cacán.
A partir del siglo VI poblaron las actuales provincias de Atacama y Coquimbo, extendiéndose por todos los valles, de cordillera a mar, su procedencia es desconocida.
Inicialmente opusieron resistencia a la conquista Inca; luego, en la Argentina, lograron resistir más de cien años el avance de los españoles: Guerras Calchaquíes. Habitaban los cerros y valles del noroeste de Argentina y el Norte Chico de Chile, en los valles transversales de las regiones de Atacama y Coquimbo, teniendo al oeste de los Andes como límite aproximado el río Choapa. Aún se conservan restos de sus ingeniosas construcciones llamadas por los quechuas púkara, como la Ciudadela de los Quilmas en Tucumán, Tilcara en Jujuy, Fuerte Quemado en Catamarca, Tolombón, Chicoana, y Atapsi en Salta, etc.
Los diaguitas llegaron portando una cultura agrícola, con cerámica y con la metalurgia del cobre. El desarrollo de la cerámica, y el cambio en las costumbres funerarias son los elementos dinámicos que han servido para definir cuatro etapas en la prehistoria diaguita, la que termina con el dominio incásico. Además, el tipo baquicéfalo, el exhumado de las tumbas de las etapas siguientes, lo que indica que otros grupos humanos, portadores tal vez de otras culturas se fueron sumando biológica y culturalmente a la cultura diaguita regional. Vestían ropa elaborada en lana y algodón.
Tallaban menhires para rendir culto a sus antepasados, los menhires del noroeste argentino se asociaban con cultos estacionales de la fertilidad, estos monumentos ya eran erigidos por la precedente Cultura Tafi.
Mostraban una preocupación en sus entierros por una vida post-morten en la cual el alma tiene un papel primordial. Con la llegada de los Incas se trajo la tradición de hacer altares en los cerros más altos del valle, como es el caso del cerro Las Tórtolas. Los entierros diaguitas son la mayor fuente de información sobre esta cultura. Los cuerpos eran colocados en espacios rectangulares protegidos por 5 piedras lajas en cada costado y en la parte superior. Es habitual encontrar a los cuerpos acompañados de llamas o guanacos sacrificados, sus pertenencias, utensilios de cerámicas, metal o hueso, y en casos especiales eran enterrados con sus esposas y con parte de los dedos de otras personas. La deformación craneal era una práctica extendida dentro de la etnia.
El idioma del pueblo diaguita era el Kakán, es una lengua actualmente extinta, de la que se conservan topónimos y otras escasas palabras en el habla coloquial de los habitantes de las zonas del norte de Chile, Argentina y sur de Bolivia.
Las comunidades eran gobernadas por un jefe político y militar. Pero para heredar el cargo, no bastaba con ser el hijo del jefe: el heredero debía demostrar que tenía condiciones para mandar, de este modo a la llegada de los españoles, el territorio diaguita se encontraba dividido en jefaturas. El jefe era polígamo, pero el resto de la población era monogámica. No había clase sacerdotal, pero cada pueblo tenía una sacerdote, “chamánico”, que se encargaba de los ritos, las ceremonias religiosas y la salud de la población. Se establecían en pequeñas aldeas, cada cual era totalmente independiente de la otra, por lo que cada una poseía un jefe. Posterior a la llegada de los incas los valles fueron divididos en dos señoríos, el interior y el costero, bajo el mandato de un curaca designado por los incas.
Las formas de las viviendas iban de lo rectangular a lo cuadrangular. Se componían de varias habitaciones comunicadas entre sí, con angostas puertas para su salida al exterior. Utilizaron, en su construcción, el método pirca (superposición de piedras), el techo a dos aguas, era de paja o torta (mezcla de paja, ramas y barro).
A la llegada de los españoles los diaguitas cultivaban maíz, papa, quínoa, frejoles y zapallos. Aprovechaban también los frutos del algarrobo y del chañar.
Los diaguitas llegaron desde el actual noroeste argentino al norte Chico chileno, hacia los siglos V y VI, convirtiéndose en el pueblo prehispánico más avanzado de Chile. Las relaciones entre los “diaguitas orientales” o argentinos y los “diaguitas occidentales” o chilenos eran fluidas tal cual lo demuestran los hallazgos de restos de moluscos y mariscos procedentes de las costas chilenas en los yacimientos argentinos y la decoración de las cerámicas con fauna típica argentina en los yacimientos chilenos. Los diaguitas chilenos, fueron una cultura prehispánica del norte Chico que existió entre los siglos X y XVI.
Cuando comenzó la conquista española en 1561, formaron un gran ejército al mando de Juan Calchaquí logrando rechazar a los invasores hasta Santiago del Estero. Pero en 1665 los conquistadores, que habían fundado varias ciudades a modo de cerco, lograron vencerlos. Para evitar rebeliones, los españoles dividieron y desarraigaron a los diaguitas. Por ejemplo, la mayor parte de los integrantes de la parcialidad de los Quilmas, fueron obligados a caminar desde Tucumán hasta Buenos Aires, más precisamente hasta la localidad que hoy lleva su nombre. Se defendieron del conquistador español en forma que merecieron que se les calificara como “gente belicosa”.